LOS QUE QUIEREN MORIR

Una barda de concreto se levanta sobre todo el perímetro del cementerio.Una puerta entreabierta nos invita a pasar.Cuando abrimos esa puerta oxidada se oye un rechinído delatór,y volteámos a los lados para asegurarnos de que nadie nos ve,pues solo nosotros queremos entrar.Seguros de nosotros mísmos lo hacemos,sigilosamente,como sombras de la noche,amparados por la luz lunar.Caminamos por la tierra del camposanto y nuestros recuerdos nos llaman al observar una flor de cempasúchil,claro,es obligatorio.
Seguimos por el techo del hogar de los muertos,que también es la cobija del submundo,tantos sentimientos enterrados...
Demasiadas lápidas frías de mármol,inscripciones de recuerdo de las familias que perdieron a su amado,y también una que otra de asesinato,de sangre fría,congelada,de perversos en el mundo nuevo,que lo gastan como a sus pulmones,como a sus hígados,como a sus ojosero aún no encontramos la que queremos,la tumba solitaria,la que no debe recuerdo,la que sólo está ahí no la veo.Vamos con paso apresurado,recorriendo con la mirada y los pies,arrastrando nuestras ropas,que tocan el suelo con garbo,y la tierra se burla de ellas ensuciandolasero eso no nos importa porque volteámos hacia la luna y vemos que todavía brilla como plata,pero no ilumina la tumba que queremos encontrar,una tumba lista para nosotros,con nuestro nombre,y con el espíritu frezco de la noche,con una sombra que salga por nosotros y nos lleve...
Escúchanos amo del silencio,rey del olvido y señor de los muertos:
Débes tomarnos en tus brazos para que nos arrulles y nos duermas,porque tu toque sería más sutíl que el cilindro de una pistola,que la soga en un árbol,que la fina navaja en la garganta y que la caída espectacular,porque ya estámos cansados de nuestra vida e impacientes por llegar al Mictlán.